¿Convicción de pecado, o acusación de
Satanás?
4 de enero,
2010
“Después hubo una gran batalla en el
cielo:
Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y
luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron,
ni se halló ya lugar para ellos en el
cielo.
Y fue
lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que
se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo
entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron
arrojados con él.
Entonces oí una gran voz en el cielo, que
decía:
Ahora ha venido la salvación, el poder, y el
reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo;
porque HA SIDO LANZADO FUERA EL ACUSADOR DE NUESTROS
HERMANOS, el que los acusaba delante de nuestro Dios día
y noche.
Y ELLOS LE HAN VENCIDO por medio de
la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de
ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la
muerte.” (Apocalipsis
12:7-11)
Queridos y amados
hermanos,
Antes de recibir
al Señor y nacer de nuevo, nuestras conciencias estaban
insensibles y nuestras mentes embotadas. Después de la
regeneración, Dios obra la separación del mundo, y la
conciencia se vuelve más sensible y alerta. El Espíritu de
Cristo en nosotros nos avisa de los peligros de la
contaminación y la nueva naturaleza no desea
ensuciarse.
El Espíritu Santo nos enseña la diferencia entre
lo puro y lo vil.
Ahora, nuestro espíritu renovado no quiere pecar.
Al tener la
conciencia despierta, ahora el diablo se aprovecha para
acusarnos y sacar cosas del pasado. También intenta
rebajarnos e intimidarnos. Su nombre es
Satanás, que significa el “acusador de los
hermanos”. Es padre y autor
de mentiras.
La única manera de resistirlo es que no seamos
ignorantes de sus maquinaciones y métodos. Es un enemigo astuto. Sus armas
son las acusaciones con las que pretende producir
culpabilidad y vergüenza para mantenernos centrados en
nosotros mismos.
Mientras nos
sentimos culpables, Satanás está haciendo un buen
trabajo al acusarnos. El
arrepentimiento es una cosa, pero el remordimiento y la
condenación son otra. Hay una
“convicción” satánica que produce culpabilidad y
desesperación.
Esto conduce a la incredulidad y a la rebelión
contra Dios, porque no se encuentra ningún alivio en
este tipo de confesión. La convicción
del Espíritu Santo nos lleva al remedio y trae
consuelo.
“Porque la tristeza que es según Dios
produce arrepentimiento para salvación, de que no hay
que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce
muerte.” (2ª Corintios
7:10)
Quizás Satanás ha
estado acusándote últimamente. Incluso quizás
te sientes indigno de ser llamado hijo de Dios o de
poder acercarte al Señor en oración. Si el enemigo
sigue mandándote un bombardeo constante de mentiras –
recordándote tus fracasos, tus debilidades, que no
llegas a la medida de Dios, siempre acosando tu espíritu
– ¡Esa es la voz acusadora del diablo – el acusador de
los hermanos!
Maquinaciones
“Para que Satanás NO GANE VENTAJA
alguna sobre nosotros; pues NO IGNORAMOS SUS
MAQUINACIONES.” (2ª Corintios
2:10-11)
La palabra
“maquinaciones” en el griego es “neoma”,
que traducido es “pensamiento”. El texto
literalmente dice, “no somos ignorantes
(sin entender) de COMO PIENSA
Satanás.” “Neoma”
también puede traducirse, “planes, trampas,
conspiraciones, artimañas o
astucias” refiriéndose a cosas
concebidas en la MENTE.
No somos ignorantes de sus
maquinaciones (neomas), de
tentarnos a pecar y luego acusarnos delante de Dios y en
nuestra propia conciencia. Satanás prepara
la trampa y luego nos condena, con el propósito de
separarnos del amor de Dios.
Las maquinaciones
del diablo son sus pensamientos puestos por obra. Él necesita a
los humanos para llevar a cabo sus planes para robar,
hurtar y destruir.
Envía sus flechas (neomas) que
entrando en la mente del hombre, pueden, si son
recibidas, morar en el corazón. Cuando esos
pensamientos llegan a ser creídos como una verdad, bajan
al corazón.
Si no resistimos estas malas ideas, llegan a
formar parte de nuestra forma de pensar y luego cuando
hablamos, salen por nuestra boca y contaminan al
hombre.
Jesús dijo:
del corazón salen los malos pensamientos que
contaminan al hombre. Por lo tanto
debemos resistir todo pensamiento altivo que se levanta
contra el conocimiento de Cristo y que contradice lo que
Dios manda.
Por lo tanto es
muy importante no ignorar sus maquinaciones y conocer
sin duda la victoria que Cristo ganó en la cruz por
nosotros.
Él ha conferido autoridad al creyente en Su
nombre. El
Señor nos dio AUTORIDAD (exousia) de ser Sus hijos
cuando lo hemos recibido, y PODER (dunamis) cuando nos
llenó del Espíritu Santo.
“He aquí os doy POTESTAD de hollar
serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del
enemigo, y nada os dañará.” (Lucas
10:19)
Las armas de
nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios
para la destrucción de estos pensamientos y
maquinaciones.
Para ello, tenemos que estar alerta, no ignorar
al enemigo, ni desconocer la armadura que Cristo nos ha
provisto.
Lo triste es que generalmente somos ignorantes y
no entendemos quien es el enemigo y caemos presos en la
prisión de la desesperación.
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga
el sol sobre vuestro enojo, NI DEIS LUGAR AL
DIABLO.” (Efesios
4:26-27)
La Biblia dice,
“ni deis lugar
al diablo” el contexto es de no
guardar enojo o ira en el corazón. No hay que dar
cabida a estos pensamientos de ira, acusación, amargura,
enojo, avaricia o lujuria. Como el dueño de
la casa CIERRA las PUERTAS, así nosotros debemos cerrar
con el cerrojo de la Palabra,
todas las puertas del alma por donde se nos puede dañar
(las puertas de los ojos, oídos, boca, etc.) Nunca hay que
tomar el lado de Satanás en contra de un hermano o
familiar.
Aunque lo que pensemos de un hermano pueda ser
una verdad, debemos intentar bendecir y buscar la
reconciliación y la paz. La crítica y las
acusaciones nos atormentan, traen opresión y nos hacen
sentir lejos de Dios.
Algunas maquinaciones del
diablo
1.
Divisiones. Intenta dividir,
sea a hermanos, hogares, la obra o a un matrimonio,
sembrando acusaciones y produciendo amargura y
resentimiento.
San Pablo hablando del matrimonio, dice de vivir
con tu cónyuge con sabiduría para que tus oraciones no
sean estorbadas.
Satanás desde el principio, intentó separar a Eva
y Adán uno del otro, y luego de Dios. Para los
matrimonios, ésta es la primera línea de ataque. Una casa
dividida contra sí misma no puede perdurar. El diablo
intentará entrometerse y causar divisiones, pues sabe
que si no hay rotura, él no puede dañar a la
descendencia.
La oración unida de dos enamorados y consagrados
a Dios, es poderosa. El diablo teme
las oraciones y quiere que desistamos de orar juntos,
pues donde hay dos o tres reunidos en el nombre de
Cristo, Él está presente. La unidad
matrimonial forma un muro de protección para los
hijos. La
familia que ora unida, permanece unida.
2.
Tentaciones. Su estrategia es
meternos en situaciones donde podemos ser tentados y
caer. Jesús
nos enseñó a orar, “Y no nos dejes caer
en tentación, sino líbranos del
maligno”. La
Biblia nos dice que “huyamos de la
fornicación”. Debemos evitar
lugares y situaciones que nos comprometen y pueden
causar un tropiezo para nosotros o para otros. José huyó de la
tentación de la esposa de Potifar. Por el
contrario, el Rey David encontrándose en una situación
tentadora no huyó, sino que cayó en el pecado de
adulterio y luego de homicidio para
encubrirlo.
3.
Distracciones. Una de las
estrategias favoritas del diablo es distraernos de lo
más importante.
Los afanes de la vida, el entretenimiento, y la
concupiscencia de los ojos, son distracciones que ahogan
la
Palabra.
Al no tener claras nuestras
prioridades, nos cargamos con muchos pesos que impiden
la carrera.
Las distracciones pueden ser legítimas, aunque
sean deportes, pero toman el tiempo y nos quitan la
vista de la meta.
San Pablo dijo, “poned la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra.” Todo es lícito
pero no todo nos conviene. Hay cosas
lícitas que tenemos que poner a un lado, porque nos
robarán fuerzas y recursos para poder cumplir nuestra
comisión y llamado. Muchos
cristianos se han cargado con deudas, comprando cosas no
esenciales o por mala administración, y están distraídos
de la gran comisión y el propósito de Dios para sus
vidas. Las
atracciones del mundo roban el corazón, y la sobrecarga
económica, esclaviza a lo material. Si alguno ama al
mundo, el amor de Dios no está en él. Estemos alerta,
velando continuamente, pues nuestro adversario nos
quiere destruir.
Examina tus actividades y averigua la distracción
del diablo que te está quitando fuerza.
4.
Relaciones.
Otra trampa del diablo pueden ser las
relaciones.
Hay muchas maneras de atarse con un yugo desigual
que te desvía del camino – amistades con personas
carnales, compromisos con incrédulos, influencia de
personas llenas de amargura, etc. Muchos han caído
en esta trampa con relaciones sentimentales o yugos
desiguales que les han cegado y desviado del
camino.
Todos son trampas del diablo. Mucho cuidado
con relaciones que el diablo pone en tu camino para
desviarte.
5.
Rebelión. Por último, la
rebelión contra las autoridades establecidas por Dios,
es otra manera de abrir puertas al enemigo. La adolescencia
es un tiempo muy difícil, pues el deseo natural de
independencia se puede transformar en rebelión delante
de Dios, y es como el pecado de adivinación. La ignorancia de
las maquinaciones del diablo unida con el orgullo, ha
causado la caída de muchos.
Para que Satanás no gane
ventaja
San Pablo sigue
diciendo: “para que Satanás no
gane ventaja alguna”. La frase
“ganar ventaja” es la palabra
“pleonekteo”, que en el griego literalmente
significa “tomar la mayor parte” o “GANAR TERRITORIO,
acercarse unos metros más” a su meta de destruir y
robar. El diablo tiene un plan de destrucción para
cada persona.
Como cazador pone una red para atrapar. Si podemos ver
la trampa, podemos evitar una caída.
Hace unos días
ocurrió una tragedia que ha sacudido toda esta comunidad
y los cristianos en este condado. Un hombre que
conocí personalmente, había sido misionero en Honduras,
con su mujer y cinco hijos. Cuando Dios le
llamó, había sido valiente, vendiendo todo para ir a un
pueblo de las montañas de Honduras para establecer una
finca y hogar de recogida de huérfanas. Después de años
de trabajo duro, y de haber tenido una obra bien
establecida, el diablo le preparó una trampa. Cayó en pecado
sexual con una de las chicas más mayores del centro de
recogida.
Este pecado sexual se repitió varias veces, y
tuvieron que dejar la obra y regresar a América.
La obra se destruyó, la mujer se separó de él, y
su Iglesia aquí le marginó. Su pecado era
completamente inexcusable, y estaba pagando caro por
ello. El
diablo había puesto la trampa y ganó la ventaja, pues
había sido ignorante de las estrategias del enemigo para
destruir, no solamente la obra, sino su familia, y su
vida.
El hombre estaba
profundamente arrepentido y quería volver con su mujer,
y restaurar el daño que había hecho. A pesar de su
arrepentimiento, la Iglesia lo
rechazó. Se
sintió avergonzado y abandonado por su Iglesia, su mujer
y sus amigos.
Pensé que quizás les podría ayudar, siendo un
ministro de afuera. Traté de
reconciliar su matrimonio, pero ella, sintiéndose
traicionada y herida, ya no confiaba en su marido, y no
quiso hablar, ni recibir consejo. Oré con él, pero
no pudimos realizar ninguna reconciliación. El hombre estaba
arrepentido, pero sin la cobertura de la
Iglesia y sin alguien intercediendo por
él, estaba desprotegido y perdido.
En un intento de
volver a reestablecer su vida de alguna manera, buscó
trabajo y empezó a asistir a otra Iglesia. Mientras iba a
unas reuniones de sanidad emocional en esta nueva
Iglesia, hizo amistad con una mujer, y ellos empezaron a
conocerse.
Ella trabajaba de camarera. Otro hombre que
frecuentaba ese restaurante, se había obsesionado con
ella. Este
hombre tenía fama de ser el neurótico del pueblo, una
persona rara, pero nadie le dio mucha importancia. Cuando este
hombre vio que ella le estaba haciendo caso al otro, su
obsesión se volvió locura. Lleno de celos y
furia, siguió una noche al misionero a casa, sacó una
escopeta y le mató en sangre fría en el mismo porche de
su casa, disparándole en la cabeza. Ha sido una
muerte completamente horrible y absurda, de un hombre
que había sido un siervo de Dios. No tenía que
haber ocurrido, podría haber sido muy
diferente.
Alrededor de tres
mil personas asistieron al entierro de este hermano
misionero.
Pero pregunto: ¿Dónde estaban
cuando él los necesitaba y cuando se sentía marginado
por la
Iglesia? Ahora la esposa
se está cuestionando sus decisiones. Al no ofrecerle
el perdón, el diablo ganó ventaja. Sus cinco hijos,
tres de ellos entre 18-21 años, ahora no tienen su
padre.
La Biblia manda:
“vosotros que sois espirituales,
restaurad al caído, considerándote a ti
miso”.
“Hermanos, si alguno fuere
sorprendido en alguna falta, vosotros que sois
espirituales, RESTAURADLE con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas
tentado.” (Gálatas
6:1)
San Pablo
dijo: “No somos ignorantes
de sus maquinaciones”. El contexto de
esa frase de San Pablo era referente al perdón que él
aconsejó a la Iglesia que
debían mostrar hacia un hombre penitente que había
cometido un pecado sexual. Dijo, “a quien vosotros
perdonáis, yo también perdono”.
La
Iglesia de Corinto había disciplinado a
este hombre con el fin de llevarle al arrepentimiento, y
el hombre se arrepintió. Pablo entonces
animó a la Iglesia a
RESTAURARLO y mostrarle amor y perdón para que el diablo
no ganase ventaja sobre él. “Así
que, al contrario, vosotros más bien debéis PERDONARLE y
CONSOLARLE, para que no sea consumido de demasiada
tristeza.
Por lo cual os ruego que confirméis el amor para
con él… para que Satanás no gane ventaja alguna sobre
nosotros; pues no ignoramos sus
maquinaciones.”
La Iglesia tiene
la responsabilidad de corregir y llamar la atención al
que no está andando en orden o está en pecado. Pero después de
que se haya arrepentido, la Iglesia debe
restaurar al tal, no dejando que el acusador de los
hermanos le hunda.
La justicia y la misericordia se besan en la
redención de Cristo. Ese hombre en
la
Iglesia de Corinto, se sintió tan
culpable que estaba a punto de hundirse. Parte de la
estrategia del diablo es condenar y acusar hasta que el
creyente pierda la fe y sea destruido.
“El que de vosotros
esté sin pecado sea el primero en arrojar la
piedra.” Las acusaciones
dan munición al enemigo y causan mucho daño. Creo que el hijo
pródigo tenía la certeza del perdón de su padre, si no
fuera así, no hubiera tenido el valor de regresar a
casa.
CERREMOS LAS PUERTAS AL ENEMIGO, pero que nuestro
corazón esté abierto al penitente.
Jesús levantó a la
mujer tomada en adulterio, y le dijo:
“Ni yo te condeno; vete, y no
peques más.” Sabiendo que Él
iba a morir en la cruz por ese pecado, la perdonó
libremente.
Esa debe ser la actitud de la
Iglesia, buscar la descarriada y sanar
la perniquebrada.
Jesús dijo: “Al que a Mí
viene, no le echo fuera”. Cuando los
fariseos echaron fuera al ciego que Jesús había sanado,
el Señor lo buscó y se reveló a él. Como
representantes de Cristo, tenemos la llave para abrir y
cerrar, para levantar y derribar. Que el espíritu
de Cristo esté en nosotros, Su cuerpo en la tierra.
Justificados por la
fe
La guerra que
libramos es creer que Dios nos ha perdonado y resistir
la condenación del diablo. Somos
justificados por la fe, y de ninguna otra manera. Al intentar
justificarnos a nosotros mismos, nos quedamos
indefensos.
No podemos obtener la justificación de Cristo por
obras. La
única manera de obtener la justificación es creyendo y
confiando en Dios.
Viene por la fe. No sólo somos
salvos por la fe – sino que también somos santificados
por la fe, justificados por la fe, sanados por la fe,
mantenidos por la fe. ¡Todo se realiza
por la fe en lo que Jesús ha hecho! Es la coraza de
justicia la que defiende nuestros corazones.
Hemos
perdido una bendición que Cristo ha dado a
la
Iglesia.
El Señor dijo:
“A quienes perdonéis los
pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis
los pecados, éstos les son retenidos”.
(Juan 20:23)
¿Qué quiso decir
con esto?
Creo que la Iglesia, y
sus ungidos tienen el derecho y la obligación de
consolar a los que están siendo atribulados con
sentimientos de culpabilidad y condenación falsa. Si hay un
arrepentimiento, y un cambio de pensar y actuar, podemos
animar al creyente débil a confiar plenamente en la
sangre de Jesucristo y la JUSTICIA
IMPUTADA por la fe. Muchos no
reciben las bendiciones y dones de Dios por sentirse
indignos.
La conciencia les acusa y su sensibilidad es
herida. Es
simplemente por falta de entender la OBRA
COMPLETA de CRISTO en la cruz:
“Él fue entregado a la muerte
por nuestros pecados, y resucitó para nuestra
justificación”. La obra de
redención es COMPLETA y CRISTO ha TRIUNFADO SOBRE el
ACUSADOR en la cruz, despojándole de cualquier base
legal al acusarnos.
“¿Quién acusará a los escogidos de
Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por
nosotros.” (Romanos
8:33-34)
¿Condenará el
Señor a los que justificó? ¡Claro que
no! A veces
las predicaciones dejan a los más sensibles con sentido
de culpa y sin fuerza, en vez de animarles a echar mano
de la vida eterna.
El salario del pecado es la muerte, pero no nos
olvidemos que el DON de Dios es vida eterna. Cristo llevó el
pago del pecado para darnos la vida eterna cuando dio su
vida en rescate por cada uno que le recibe.
No podemos
absolver al pecador, pero sí podemos decir que a través
de la sangre de Cristo, sus pecados son perdonados. La
Biblia dice que “si
confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad”. (1 Juan 1:9) Él es fiel
y justo a Su promesa, pues no va a cobrar una deuda dos
veces.
Cristo lo pagó totalmente y al confiar en Su obra
vicaria, la deuda que tenemos está pagada. Santiago
escribió: “la oración de fe
sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si hubiera
pecado, su pecado se le
perdonará.”
¿Cómo podemos
entonces diferenciar entre la convicción del Espíritu, y
las acusaciones del enemigo? El Espíritu
Santo aplica la Palabra a
nuestras conciencias, y en la medida que obedecemos Su
voz, somos santificados. Es la bondad de
Dios que nos guía al arrepentimiento, es la gracia de
Dios que quebranta nuestro corazón. Es Su amor que
nos invita a venir y dejar nuestras cargas a sus pies.
Pero la diferencia
entre la convicción y la condenación del acusador es
simplemente la FE.
La condenación del diablo nos
roba la fe.
Dios ofrece perdón y reconciliación y nos da la
esperaza de poder tener comunión con Él. El Padre del
hijo pródigo, dijo a su hijo mayor, “hijo, todo lo que
tengo es tuyo.” Mostró su
misericordia con el hijo pródigo, y su generosidad con
el hijo mayor.
El diablo al contrario, condena y quiere
quitarnos la esperanza. Trata de
rebajarnos y hundirnos. Cristo, como el
buen Samaritano, levanta al caído, y echa vino y aceite
en sus llagas y lo levanta. Estamos sentados
con Cristo en lugares celestiales. La justicia de
Cristo ha sido puesta a nuestra cuenta en el momento que
creemos.
“Que tu fe no falte”
Abraham
CREYÓ a DIOS y le fue contado por justicia. Es tiempo de
consolar a Sión y de quitar la flecha encendida del
enemigo que quiere hundirnos y debilitarnos. Todo lo que
contradice la Palabra es
mentira del diablo. Jesús dijo a
Pedro, “HE
ORADO POR TI PARA QUE TU FE NO
FALTE”. Esas palabras le
dieron esperanza para poder levantarse a pesar de su
negación vergonzosa. Todo lo que nos
haga dudar del amor de Dios ¡es una mentira! Lo que nos
desanima y nos rebaja, ¡no es de Dios! El Señor dice,
“Mi hijo eres
tú”. “Ninguna arma
forjada contra ti prosperará, y cada lengua (de
acusación) tú
condenarás.”
“Ciertamente consolará Jehová a Sión;
consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en
paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en
ella alegría y gozo, alabanza y voces de
canto.” (Isaías
51:3)
¡Si vamos a
resistir las mentiras del diablo, tenemos que aceptar
que Dios no quiere destruirnos! ¡Debemos
comenzar con esta verdad! Dios no está
contra nosotros, sino por nosotros. Dios quiere que
seas capaz de superar toda mentira del diablo – que seas
puesto en libertad del hoyo en que te ha encerrado. Hay una trampa
de Satanás ante la cual debes estar en guardia: te está
bombardeando para que quites tus ojos de tu
SALVADOR.
El diablo quiere que estés tan enfocado en tu
enfermedad que te olvides del poder del Médico
Divino. ¡Él
quiere que olvides que DIOS ES TU LIBERTADOR – que Él
está de tu lado para SALVARTE, no para destruirte!
El acusador de los
hermanos HA SIDO VENCIDO, y tenemos que EJERCER esa
VICTORIA y pisar las serpientes y escorpiones que
intentan mordernos con su veneno mortífero. ¡El cielo
está poblado con
pecadores arrepentidos y justificados! El infierno
está lleno de
pecadores que se justifican y culpan a otros. Demos gloria a
Dios, porque los ángeles han anunciado la venida del Rey
de Reyes.
“Pero el ángel les dijo: No temáis;
porque he aquí OS DOY NUEVAS DE GRAN GOZO, que será para
todo el pueblo:
Os ha nacido hoy, en la ciudad de David un
SALVADOR, que es CRISTO el Señor.” (Lucas
2:10)
“Llamarás su nombre JESÚS, porque Él
SALVARÁ a su pueblo de sus pecados.” (Mateo
1:21)
Entonces, te
preguntarás, ¿qué debo hacer?
Primero, no escuches las mentiras del
diablo.
Y
segundo, ¡levántate sobre tus pies espirituales – y
comienza a alabar al Señor!
Di: “Por fe en
la
Sangre de Jesús: yo recibo la
justificación de Cristo. ¡Él me ha hecho
justo, me ha capacitado para alabar y servir a mi
Señor!”
“En quien tenemos redención por Su
Sangre, aún el perdón de pecados” (verso14).
La redención
significa simplemente, “ser
libre”.
Hemos sido puestos en LIBERTAD por la preciosa
Sangre de Jesús.
Ellos vencieron por la sangre del Cordero y la
confesión de su boca. ¡Tenemos el
derecho de estar firmes contra toda acusación y decir!,
¡yo no creo eso, diablo! Mi Biblia dice
que soy redimido porque creo en lo que Jesús hizo por mí
en la cruz.
¡Yo confieso mis pecados a Él, y yo soy redimido
– comprado, libre!
Cristo es mi Salvador. Soy más que vencedor por
medio de aquel que me amó y se entregó por mí. Soy digno – por
la
Sangre del Cordero."
Oración
“Señor, Padre
celestial, en el nombre de tu Hijo amado, pido perdón
por dejar entrar cualquier pensamiento del diablo en mi
corazón.
Señor, límpiame de toda contaminación de carne y
de espíritu.
He estado tan desanimado por las continuas
acusaciones del diablo, que no he creído en Tu
misericordia y perdón. Abro mi corazón
a Tus pensamientos que son vida a mi espíritu y salud a
mi cuerpo.
Señor, te doy gracias por abrirme los ojos, y por
iluminar mi entendimiento para reconocer los ataques de
Satanás contra mi vida. Así que abro mi
corazón hoy, y pido que me enseñes todo lo que necesito
saber para estar firme contra las asechanzas del
diablo. En
el nombre de Jesucristo.”
Amen.
En el servicio de
nuestro Señor Jesucristo,
Daniel |