Una palapra personal para ti
¿Convicción de pecado, o acusación de Satanás?

4 de enero, 2010

“Después hubo una gran batalla en el cielo:  Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.

Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía:  Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque HA SIDO LANZADO FUERA EL ACUSADOR DE NUESTROS HERMANOS, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.

Y ELLOS LE HAN VENCIDO por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.”  (Apocalipsis 12:7-11)

Queridos y amados hermanos,

Antes de recibir al Señor y nacer de nuevo, nuestras conciencias estaban insensibles y nuestras mentes embotadas.  Después de la regeneración, Dios obra la separación del mundo, y la conciencia se vuelve más sensible y alerta.  El Espíritu de Cristo en nosotros nos avisa de los peligros de la contaminación y la nueva naturaleza no desea ensuciarse.  El Espíritu Santo nos enseña la diferencia entre lo puro y lo vil.  Ahora, nuestro espíritu renovado no quiere pecar.

Al tener la conciencia despierta, ahora el diablo se aprovecha para acusarnos y sacar cosas del pasado.  También intenta rebajarnos e intimidarnos.  Su nombre es Satanás, que significa el “acusador de los hermanos”.  Es padre y autor de mentiras.  La única manera de resistirlo es que no seamos ignorantes de sus maquinaciones y métodos.  Es un enemigo astuto.  Sus armas son las acusaciones con las que pretende producir culpabilidad y vergüenza para mantenernos centrados en nosotros mismos.

Mientras nos sentimos culpables, Satanás está haciendo un buen trabajo al acusarnos.  El arrepentimiento es una cosa, pero el remordimiento y la condenación son otra.  Hay una “convicción” satánica que produce culpabilidad y desesperación.  Esto conduce a la incredulidad y a la rebelión contra Dios, porque no se encuentra ningún alivio en este tipo de confesión.  La convicción del Espíritu Santo nos lleva al remedio y trae consuelo.

“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.”  (2ª Corintios 7:10)

Quizás Satanás ha estado acusándote últimamente.  Incluso quizás te sientes indigno de ser llamado hijo de Dios o de poder acercarte al Señor en oración.  Si el enemigo sigue mandándote un bombardeo constante de mentiras – recordándote tus fracasos, tus debilidades, que no llegas a la medida de Dios, siempre acosando tu espíritu – ¡Esa es la voz acusadora del diablo – el acusador de los hermanos!

Maquinaciones

“Para que Satanás NO GANE VENTAJA alguna sobre nosotros; pues NO IGNORAMOS SUS MAQUINACIONES.”  (2ª Corintios 2:10-11)

La palabra “maquinaciones” en el griego es “neoma”, que traducido es “pensamiento”.  El texto literalmente dice, “no somos ignorantes (sin entender) de COMO PIENSA Satanás.”  “Neoma” también puede traducirse, “planes, trampas, conspiraciones, artimañas o astucias” refiriéndose a cosas concebidas en la MENTE.  No somos ignorantes de sus maquinaciones (neomas), de tentarnos a pecar y luego acusarnos delante de Dios y en nuestra propia conciencia.  Satanás prepara la trampa y luego nos condena, con el propósito de separarnos del amor de Dios.

Las maquinaciones del diablo son sus pensamientos puestos por obra.  Él necesita a los humanos para llevar a cabo sus planes para robar, hurtar y destruir.  Envía sus flechas (neomas) que entrando en la mente del hombre, pueden, si son recibidas, morar en el corazón.  Cuando esos pensamientos llegan a ser creídos como una verdad, bajan al corazón.  Si no resistimos estas malas ideas, llegan a formar parte de nuestra forma de pensar y luego cuando hablamos, salen por nuestra boca y contaminan al hombre.  Jesús dijo:  del corazón salen los malos pensamientos que contaminan al hombre.  Por lo tanto debemos resistir todo pensamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Cristo y que contradice lo que Dios manda.

Por lo tanto es muy importante no ignorar sus maquinaciones y conocer sin duda la victoria que Cristo ganó en la cruz por nosotros.  Él ha conferido autoridad al creyente en Su nombre.  El Señor nos dio AUTORIDAD (exousia) de ser Sus hijos cuando lo hemos recibido, y PODER (dunamis) cuando nos llenó del Espíritu Santo.

“He aquí os doy POTESTAD de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.”  (Lucas 10:19)

Las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de estos pensamientos y maquinaciones.  Para ello, tenemos que estar alerta, no ignorar al enemigo, ni desconocer la armadura que Cristo nos ha provisto.  Lo triste es que generalmente somos ignorantes y no entendemos quien es el enemigo y caemos presos en la prisión de la desesperación.

“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, NI DEIS LUGAR AL DIABLO.”  (Efesios 4:26-27)

La Biblia dice, “ni deis lugar al diablo” el contexto es de no guardar enojo o ira en el corazón.  No hay que dar cabida a estos pensamientos de ira, acusación, amargura, enojo, avaricia o lujuria.  Como el dueño de la casa CIERRA las PUERTAS, así nosotros debemos cerrar con el cerrojo de la Palabra, todas las puertas del alma por donde se nos puede dañar (las puertas de los ojos, oídos, boca, etc.)  Nunca hay que tomar el lado de Satanás en contra de un hermano o familiar.  Aunque lo que pensemos de un hermano pueda ser una verdad, debemos intentar bendecir y buscar la reconciliación y la paz.  La crítica y las acusaciones nos atormentan, traen opresión y nos hacen sentir lejos de Dios.

Algunas maquinaciones del diablo

1.   Divisiones.  Intenta dividir, sea a hermanos, hogares, la obra o a un matrimonio, sembrando acusaciones y produciendo amargura y resentimiento.  San Pablo hablando del matrimonio, dice de vivir con tu cónyuge con sabiduría para que tus oraciones no sean estorbadas.  Satanás desde el principio, intentó separar a Eva y Adán uno del otro, y luego de Dios.  Para los matrimonios, ésta es la primera línea de ataque.  Una casa dividida contra sí misma no puede perdurar.  El diablo intentará entrometerse y causar divisiones, pues sabe que si no hay rotura, él no puede dañar a la descendencia.  La oración unida de dos enamorados y consagrados a Dios, es poderosa.  El diablo teme las oraciones y quiere que desistamos de orar juntos, pues donde hay dos o tres reunidos en el nombre de Cristo, Él está presente.  La unidad matrimonial forma un muro de protección para los hijos.  La familia que ora unida, permanece unida.

2.   Tentaciones.  Su estrategia es meternos en situaciones donde podemos ser tentados y caer.  Jesús nos enseñó a orar, “Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno”.  La Biblia nos dice que “huyamos de la fornicación”.  Debemos evitar lugares y situaciones que nos comprometen y pueden causar un tropiezo para nosotros o para otros.  José huyó de la tentación de la esposa de Potifar.  Por el contrario, el Rey David encontrándose en una situación tentadora no huyó, sino que cayó en el pecado de adulterio y luego de homicidio para encubrirlo.

3.   Distracciones.  Una de las estrategias favoritas del diablo es distraernos de lo más importante.  Los afanes de la vida, el entretenimiento, y la concupiscencia de los ojos, son distracciones que ahogan la Palabra.  Al no tener claras nuestras prioridades, nos cargamos con muchos pesos que impiden la carrera.  Las distracciones pueden ser legítimas, aunque sean deportes, pero toman el tiempo y nos quitan la vista de la meta.  San Pablo dijo, “poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.”  Todo es lícito pero no todo nos conviene.  Hay cosas lícitas que tenemos que poner a un lado, porque nos robarán fuerzas y recursos para poder cumplir nuestra comisión y llamado.  Muchos cristianos se han cargado con deudas, comprando cosas no esenciales o por mala administración, y están distraídos de la gran comisión y el propósito de Dios para sus vidas.  Las atracciones del mundo roban el corazón, y la sobrecarga económica, esclaviza a lo material.  Si alguno ama al mundo, el amor de Dios no está en él.  Estemos alerta, velando continuamente, pues nuestro adversario nos quiere destruir.  Examina tus actividades y averigua la distracción del diablo que te está quitando fuerza.

4.   Relaciones.  Otra trampa del diablo pueden ser las relaciones.  Hay muchas maneras de atarse con un yugo desigual que te desvía del camino – amistades con personas carnales, compromisos con incrédulos, influencia de personas llenas de amargura, etc.  Muchos han caído en esta trampa con relaciones sentimentales o yugos desiguales que les han cegado y desviado del camino.  Todos son trampas del diablo.  Mucho cuidado con relaciones que el diablo pone en tu camino para desviarte.

5.   Rebelión.  Por último, la rebelión contra las autoridades establecidas por Dios, es otra manera de abrir puertas al enemigo.  La adolescencia es un tiempo muy difícil, pues el deseo natural de independencia se puede transformar en rebelión delante de Dios, y es como el pecado de adivinación.  La ignorancia de las maquinaciones del diablo unida con el orgullo, ha causado la caída de muchos.

Para que Satanás no gane ventaja

San Pablo sigue diciendo:  “para que Satanás no gane ventaja alguna”.  La frase “ganar ventaja” es la palabra “pleonekteo”, que en el griego literalmente significa “tomar la mayor parte” o “GANAR TERRITORIO, acercarse unos metros más” a su meta de destruir y robar.  El diablo tiene un plan de destrucción para cada persona.  Como cazador pone una red para atrapar.  Si podemos ver la trampa, podemos evitar una caída.

Hace unos días ocurrió una tragedia que ha sacudido toda esta comunidad y los cristianos en este condado.  Un hombre que conocí personalmente, había sido misionero en Honduras, con su mujer y cinco hijos.  Cuando Dios le llamó, había sido valiente, vendiendo todo para ir a un pueblo de las montañas de Honduras para establecer una finca y hogar de recogida de huérfanas.  Después de años de trabajo duro, y de haber tenido una obra bien establecida, el diablo le preparó una trampa.  Cayó en pecado sexual con una de las chicas más mayores del centro de recogida.  Este pecado sexual se repitió varias veces, y tuvieron que dejar la obra y regresar a América.  La obra se destruyó, la mujer se separó de él, y su Iglesia aquí le marginó.  Su pecado era completamente inexcusable, y estaba pagando caro por ello.  El diablo había puesto la trampa y ganó la ventaja, pues había sido ignorante de las estrategias del enemigo para destruir, no solamente la obra, sino su familia, y su vida.

El hombre estaba profundamente arrepentido y quería volver con su mujer, y restaurar el daño que había hecho.  A pesar de su arrepentimiento, la Iglesia lo rechazó.  Se sintió avergonzado y abandonado por su Iglesia, su mujer y sus amigos.  Pensé que quizás les podría ayudar, siendo un ministro de afuera.  Traté de reconciliar su matrimonio, pero ella, sintiéndose traicionada y herida, ya no confiaba en su marido, y no quiso hablar, ni recibir consejo.  Oré con él, pero no pudimos realizar ninguna reconciliación.  El hombre estaba arrepentido, pero sin la cobertura de la Iglesia y sin alguien intercediendo por él, estaba desprotegido y perdido.

En un intento de volver a reestablecer su vida de alguna manera, buscó trabajo y empezó a asistir a otra Iglesia.  Mientras iba a unas reuniones de sanidad emocional en esta nueva Iglesia, hizo amistad con una mujer, y ellos empezaron a conocerse.  Ella trabajaba de camarera.  Otro hombre que frecuentaba ese restaurante, se había obsesionado con ella.  Este hombre tenía fama de ser el neurótico del pueblo, una persona rara, pero nadie le dio mucha importancia.  Cuando este hombre vio que ella le estaba haciendo caso al otro, su obsesión se volvió locura.  Lleno de celos y furia, siguió una noche al misionero a casa, sacó una escopeta y le mató en sangre fría en el mismo porche de su casa, disparándole en la cabeza.  Ha sido una muerte completamente horrible y absurda, de un hombre que había sido un siervo de Dios.  No tenía que haber ocurrido, podría haber sido muy diferente.

Alrededor de tres mil personas asistieron al entierro de este hermano misionero.  Pero pregunto:  ¿Dónde estaban cuando él los necesitaba y cuando se sentía marginado por la Iglesia?  Ahora la esposa se está cuestionando sus decisiones.  Al no ofrecerle el perdón, el diablo ganó ventaja.  Sus cinco hijos, tres de ellos entre 18-21 años, ahora no tienen su padre.  La Biblia manda:  “vosotros que sois espirituales, restaurad al caído, considerándote a ti miso”.

“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, RESTAURADLE con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”  (Gálatas 6:1)

San Pablo dijo:  “No somos ignorantes de sus maquinaciones”.  El contexto de esa frase de San Pablo era referente al perdón que él aconsejó a la Iglesia que debían mostrar hacia un hombre penitente que había cometido un pecado sexual.  Dijo, “a quien vosotros perdonáis, yo también perdono”.  La Iglesia de Corinto había disciplinado a este hombre con el fin de llevarle al arrepentimiento, y el hombre se arrepintió.  Pablo entonces animó a la Iglesia a RESTAURARLO y mostrarle amor y perdón para que el diablo no ganase ventaja sobre él.  “Así que, al contrario, vosotros más bien debéis PERDONARLE y CONSOLARLE, para que no sea consumido de demasiada tristeza.  Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él… para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.”

La Iglesia tiene la responsabilidad de corregir y llamar la atención al que no está andando en orden o está en pecado.  Pero después de que se haya arrepentido, la Iglesia debe restaurar al tal, no dejando que el acusador de los hermanos le hunda.  La justicia y la misericordia se besan en la redención de Cristo.  Ese hombre en la Iglesia de Corinto, se sintió tan culpable que estaba a punto de hundirse.  Parte de la estrategia del diablo es condenar y acusar hasta que el creyente pierda la fe y sea destruido.

“El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra.”  Las acusaciones dan munición al enemigo y causan mucho daño.  Creo que el hijo pródigo tenía la certeza del perdón de su padre, si no fuera así, no hubiera tenido el valor de regresar a casa.  CERREMOS LAS PUERTAS AL ENEMIGO, pero que nuestro corazón esté abierto al penitente.

Jesús levantó a la mujer tomada en adulterio, y le dijo:  “Ni yo te condeno; vete, y no peques más.”  Sabiendo que Él iba a morir en la cruz por ese pecado, la perdonó libremente.  Esa debe ser la actitud de la Iglesia, buscar la descarriada y sanar la perniquebrada.  Jesús dijo:  “Al que a Mí viene, no le echo fuera”.  Cuando los fariseos echaron fuera al ciego que Jesús había sanado, el Señor lo buscó y se reveló a él.  Como representantes de Cristo, tenemos la llave para abrir y cerrar, para levantar y derribar.  Que el espíritu de Cristo esté en nosotros, Su cuerpo en la tierra.

Justificados por la fe

La guerra que libramos es creer que Dios nos ha perdonado y resistir la condenación del diablo.  Somos justificados por la fe, y de ninguna otra manera.  Al intentar justificarnos a nosotros mismos, nos quedamos indefensos.  No podemos obtener la justificación de Cristo por obras.  La única manera de obtener la justificación es creyendo y confiando en Dios.  Viene por la fe.  No sólo somos salvos por la fe – sino que también somos santificados por la fe, justificados por la fe, sanados por la fe, mantenidos por la fe.  ¡Todo se realiza por la fe en lo que Jesús ha hecho!  Es la coraza de justicia la que defiende nuestros corazones.

Hemos perdido una bendición que Cristo ha dado a la Iglesia.  El Señor dijo:  “A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos”.  (Juan 20:23)

¿Qué quiso decir con esto?  Creo que la Iglesia, y sus ungidos tienen el derecho y la obligación de consolar a los que están siendo atribulados con sentimientos de culpabilidad y condenación falsa.  Si hay un arrepentimiento, y un cambio de pensar y actuar, podemos animar al creyente débil a confiar plenamente en la sangre de Jesucristo y la JUSTICIA IMPUTADA por la fe.  Muchos no reciben las bendiciones y dones de Dios por sentirse indignos.  La conciencia les acusa y su sensibilidad es herida.  Es simplemente por falta de entender la OBRA COMPLETA de CRISTO en la cruz:  “Él fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación”.  La obra de redención es COMPLETA y CRISTO ha TRIUNFADO SOBRE el ACUSADOR en la cruz, despojándole de cualquier base legal al acusarnos.

“¿Quién acusará a los escogidos de Dios?  Dios es el que justifica.  ¿Quién es el que condenará?  Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.”  (Romanos 8:33-34)

¿Condenará el Señor a los que justificó?  ¡Claro que no!  A veces las predicaciones dejan a los más sensibles con sentido de culpa y sin fuerza, en vez de animarles a echar mano de la vida eterna.  El salario del pecado es la muerte, pero no nos olvidemos que el DON de Dios es vida eterna.  Cristo llevó el pago del pecado para darnos la vida eterna cuando dio su vida en rescate por cada uno que le recibe.

No podemos absolver al pecador, pero sí podemos decir que a través de la sangre de Cristo, sus pecados son perdonados.  La Biblia dice que “si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.  (1 Juan 1:9)  Él es fiel y justo a Su promesa, pues no va a cobrar una deuda dos veces.  Cristo lo pagó totalmente y al confiar en Su obra vicaria, la deuda que tenemos está pagada.  Santiago escribió:  “la oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará.  Y si hubiera pecado, su pecado se le perdonará.”

¿Cómo podemos entonces diferenciar entre la convicción del Espíritu, y las acusaciones del enemigo?  El Espíritu Santo aplica la Palabra a nuestras conciencias, y en la medida que obedecemos Su voz, somos santificados.  Es la bondad de Dios que nos guía al arrepentimiento, es la gracia de Dios que quebranta nuestro corazón.  Es Su amor que nos invita a venir y dejar nuestras cargas a sus pies.

Pero la diferencia entre la convicción y la condenación del acusador es simplemente la FE.  La condenación del diablo nos roba la fe.  Dios ofrece perdón y reconciliación y nos da la esperaza de poder tener comunión con Él.  El Padre del hijo pródigo, dijo a su hijo mayor, “hijo, todo lo que tengo es tuyo.”  Mostró su misericordia con el hijo pródigo, y su generosidad con el hijo mayor.  El diablo al contrario, condena y quiere quitarnos la esperanza.  Trata de rebajarnos y hundirnos.  Cristo, como el buen Samaritano, levanta al caído, y echa vino y aceite en sus llagas y lo levanta.  Estamos sentados con Cristo en lugares celestiales.  La justicia de Cristo ha sido puesta a nuestra cuenta en el momento que creemos.

“Que tu fe no falte”

Abraham CREYÓ a DIOS y le fue contado por justicia.  Es tiempo de consolar a Sión y de quitar la flecha encendida del enemigo que quiere hundirnos y debilitarnos.  Todo lo que contradice la Palabra es mentira del diablo.  Jesús dijo a Pedro, “HE ORADO POR TI PARA QUE TU FE NO FALTE”.  Esas palabras le dieron esperanza para poder levantarse a pesar de su negación vergonzosa.  Todo lo que nos haga dudar del amor de Dios ¡es una mentira!  Lo que nos desanima y nos rebaja, ¡no es de Dios!  El Señor dice, “Mi hijo eres tú”.  “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y cada lengua (de acusación) tú condenarás.”

“Ciertamente consolará Jehová a Sión; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.”  (Isaías 51:3)

¡Si vamos a resistir las mentiras del diablo, tenemos que aceptar que Dios no quiere destruirnos!  ¡Debemos comenzar con esta verdad!  Dios no está contra nosotros, sino por nosotros.  Dios quiere que seas capaz de superar toda mentira del diablo – que seas puesto en libertad del hoyo en que te ha encerrado.  Hay una trampa de Satanás ante la cual debes estar en guardia:  te está bombardeando para que quites tus ojos de tu SALVADOR.  El diablo quiere que estés tan enfocado en tu enfermedad que te olvides del poder del Médico Divino.  ¡Él quiere que olvides que DIOS ES TU LIBERTADOR – que Él está de tu lado para SALVARTE, no para destruirte!

El acusador de los hermanos HA SIDO VENCIDO, y tenemos que EJERCER esa VICTORIA y pisar las serpientes y escorpiones que intentan mordernos con su veneno mortífero.  ¡El cielo está poblado con pecadores arrepentidos y justificados!  El infierno está lleno de pecadores que se justifican y culpan a otros.  Demos gloria a Dios, porque los ángeles han anunciado la venida del Rey de Reyes.

“Pero el ángel les dijo:  No temáis; porque he aquí OS DOY NUEVAS DE GRAN GOZO, que será para todo el pueblo:  Os ha nacido hoy, en la ciudad de David un SALVADOR, que es CRISTO el Señor.”  (Lucas 2:10)

“Llamarás su nombre JESÚS, porque Él SALVARÁ a su pueblo de sus pecados.”  (Mateo 1:21)

Entonces, te preguntarás, ¿qué debo hacer?

Primero, no escuches las mentiras del diablo.

Y segundo, ¡levántate sobre tus pies espirituales – y comienza a alabar al Señor!

Di:  “Por fe en la Sangre de Jesús:  yo recibo la justificación de Cristo.  ¡Él me ha hecho justo, me ha capacitado para alabar y servir a mi Señor!”

“En quien tenemos redención por Su Sangre, aún el perdón de pecados” (verso14).

La redención significa simplemente, “ser libre”.  Hemos sido puestos en LIBERTAD por la preciosa Sangre de Jesús.  Ellos vencieron por la sangre del Cordero y la confesión de su boca.  ¡Tenemos el derecho de estar firmes contra toda acusación y decir!, ¡yo no creo eso, diablo!  Mi Biblia dice que soy redimido porque creo en lo que Jesús hizo por mí en la cruz.  ¡Yo confieso mis pecados a Él, y yo soy redimido – comprado, libre!  Cristo es mi Salvador.  Soy más que vencedor por medio de aquel que me amó y se entregó por mí.  Soy digno – por la Sangre del Cordero."

Oración

“Señor, Padre celestial, en el nombre de tu Hijo amado, pido perdón por dejar entrar cualquier pensamiento del diablo en mi corazón.  Señor, límpiame de toda contaminación de carne y de espíritu.  He estado tan desanimado por las continuas acusaciones del diablo, que no he creído en Tu misericordia y perdón.  Abro mi corazón a Tus pensamientos que son vida a mi espíritu y salud a mi cuerpo.  Señor, te doy gracias por abrirme los ojos, y por iluminar mi entendimiento para reconocer los ataques de Satanás contra mi vida.  Así que abro mi corazón hoy, y pido que me enseñes todo lo que necesito saber para estar firme contra las asechanzas del diablo.  En el nombre de Jesucristo.”

Amen.

En el servicio de nuestro Señor Jesucristo,

Daniel

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