Buscando lo perdido
19
de diciembre,
2010
“Porque el Hijo del hombre vino a BUSCAR y a
SALVAR lo que se había perdido.” (Lucas
19:10)
¿Alguna vez ha pensado
realmente que la venida de Jesús a la tierra fue para
buscarte y salvarte? Las buenas
nuevas de Navidad son que Cristo vino a buscar y salvar
lo que se había perdido. Los ángeles
dijeron: “No temáis; porque he
aquí os doy NUEVAS de GRAN GOZO, que será para todo el
pueblo: que
os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador,
que es CRISTO el Señor.” (Lucas
2:10-11)
En esta época
Navideña hay muchos que han perdido el camino y no saben
dónde está el norte. Los sabios, o
magos, siguieron la estrella, pero tenían conocimiento
de las Escrituras que profetizaban del Mesías. La estrella era
la luz sobre la revelación de las Escrituras. No pierdes tu
camino durante este tiempo. Estos astrónomos
o magos, vinieron a adorar y a ofrendar regalos dignos
de un Rey. Dios está
buscando los que le adoren en espíritu y en verdad.
PERDIENDO EL NORTE
Durante los años
que yo practicaba caza mayor, a veces me perdía en el
bosque al anochecer. En esos tiempos
tenía que luchar contra el pánico e intentar ver las
estrellas para encontrar el rumbo. En la oscuridad
todos los árboles parecían iguales y sin darme cuenta
iba andando en un círculo.
Es necesario en el
curso de la vida, que tengamos algo seguro, una brújula
que nos guíe y siempre apunte hacia el NORTE. Como los magos
fueron guiados al niño Jesús por la estrella que les
condujo al establo en Belén, así nosotros necesitamos
una luz que ilumina la palabra y nos guía hacia el
hogar. Para
no perdernos hay que averiguar dónde estamos y el rumbo
hacia dónde vamos. Aquel que no
conoce la condición en que se encuentra está
perdido.
Hay muchos
que por las distracciones, los afanes, el amor a las
riquezas, y las tribulaciones y pruebas, PIERDEN EL
NORTE. Se
desvían del camino estrecho e elijan el camino de menos
resistencia. No debemos dejarnos ser tan
desviados por las circunstancias que perdamos el plan de
Dios.
Hay muchas cosas
que el cristiano puede perder si no tiene cuidado. Por ejemplo,
podemos perder nuestra meta, perder el plan de Dios,
perder tiempo, perder nuestro primer amor, perder la
pasión por las almas, perder nuestra PUREZA, perder la
visión que tuvimos en el principio, perder OPORTUNIDADES
que Dios nos da, eligiendo pasar tiempo inútilmente.
Como
“Cristiano” en el relato del “Progreso del Peregrino” de
Juan Bunyan, podemos perder la escritura de nuestra
heredad mientras dormimos. Podemos perder la
CERTEZA y la CONFIANZA que tuvimos en el principio
cuando Dios nos llenó con el Espíritu Santo y nos dio
las arras de nuestra herencia.
EL HIJO
PRÓDIGO
“Por fin RECAPACITÓ y se dijo: '¡Cuántos
jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí
me muero de hambre!” (Lucas
15:17)
El hijo pródigo
estaba perdido, lejos de su casa, no sabía ni dónde
estaba. Había malgastado
su herencia viviendo desenfrenadamente. La Biblia dice
que estaba perdido. Jesús dijo que
había venido con el propósito de BUSCAR y SALVAR lo que
se había perdido. Piensa en esa
palabra: “perdido”. Hay muchos que
están perdidos y no se dan cuenta. El hijo pródigo
podía comparar su estado allí en ese país lejano
cuidando a los cerdos con lo que había menospreciado y
rechazado de su casa. No había
APRECIADO su herencia y su condición de hijo. Buscaba algo que
ni siquiera sabía lo que era y que durante todo el
tiempo lo había tenido en casa.
Pero la parábola
dice que el hijo prodigo “volvió en si” o en su juicio
cabal, recapacitó. Se vio como era,
se vio su estado. ¿Cuándo?
·
Cuando se
le terminó el dinero.
·
Cuando ya
no tenía trabajo.
·
Cuando
tenía hambre y le faltaba comida.
Recapacitó:
“Yo estaba mejor
antes con mi Padre”. Se dio cuenta de
que su padre era un mejor jefe que lo que tenía ahora.
Así que
razona, “Voy a
cambiar de jefes. No puedo ser un
hijo de mi padre, he perdido esa posición. He pecado contra
él. Pero yo
puedo ser un buen TRABAJADOR por él. ¡Voy a ganarme la
vida!” Y así se dirige a
casa. Mientras camina,
practica lo que va a decir: “Padre, he pecado
contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno
de ser llamado tu hijo. Trátame como a
uno de tus
jornaleros.”
Pero mucho
antes de que llegase a casa, su padre le vio. Corre hacia él y
lo abraza y besa. El hijo comienza
su discurso. Pero el padre le
dice al siervo de ir rápido y sacad el mejor vestido,
poned un anillo en su mano y zapatos en sus pies. El padre dijo:
“Este mi hijo,
estaba perdido y es hallado”. Siguió siendo
hijo aunque estaba lejos. Todo esto
demuestra a todos a su alrededor que este joven es
acogido como un hijo, no como un siervo. Entonces el padre
dice: “¡Vamos a tener una
fiesta!”
DIOS TE ESTÁ BUSCANDO
No solamente están
perdidos los que están en el mundo, sino también
nosotros podemos haber perdido nuestro camino, o
DESPERDICIADO NUESTRA HERENCIA. Muchas veces
nosotros, fieles a la Iglesia, fieles a la lectura de la
Palabra, a veces nos sentimos lejos de Dios. Hemos dejado que
situaciones, cosas, la lucha diaria por sobrevivir, nos
enfríe y nos separe del calor del fuego paternal de
Dios. Pero
al igual que con el hijo pródigo, había un asiento
vacío, un plato vacío esperándole a la mesa del padre.
La comida
estaba preparada, pero el hijo no estaba allí para
comerla. También nosotros
creyentes no nos damos cuenta de que Dios tiene una mesa
preparada, tiene una comida preparada para nosotros,
esperando que volvamos al Padre.
Así tenemos que
recapacitar y saber que aunque los sentimientos varían y
no sentimos la presencia de Dios, seguimos en la familia
de Dios, y estamos aun sentados con Cristo en los
lugares celestiales. Cristo nos ha
hecho cercanos que en otro tiempo estábamos lejos, por
la sangre del Cordero.
Dios oye el clamor
de tu corazón cuando clamas a Él. Muchas veces la
oveja está buscando aquí y allá, tratando de comer un
poco de esto y comer un poco de lo otro, y no sabe que
hay pastos verdes y que el Buen Pastor le está buscando.
San Pedro
dice que estábamos perdidos y hemos vuelto al Buen
Pastor.
¿Cómo te busca?
Dios te
está buscando por su Santo Espíritu, por tu CONCIENCIA,
por un texto de la Biblia. La voz de Dios
está sonando en tu mente y en tu conciencia. ¿Dónde estás?
¿Por qué no
vuelves a Dios? ¿Por qué estás
escondiéndote detrás de esas excusas?
VUELVE AL PADRE
Si hoy mismo te
sientes lejos del calor del hogar de Dios, si por el
descuido tú has dejado que el fuego se apague, si por la
duda que ha entrado en tu mente parece que se ha
levantado una neblina y no puedes ni ver el sol, AVIVA
EL FUEGO que hay que Dios ha puesto en ti, toma ese
primer paso y di como este hijo prodigo: “Tengo que volver
a mi padre.” “Me levantaré e
IRÉ A MI PADRE y le diré: Padre, he pecado
contra Dios y contra ti”. El primer paso
será el paso más difícil, pero tómalo.
También se
humilló, no vino demandando sus derechos como hijo, sino
que vino humilde diciendo, “no soy
digno”. Vino buscando
misericordia y gracia. La Biblia dice:
“acerquémonos pues
confiadamente”. DIOS NO ESTÁ
LEJOS, sino que ESTÁ ESPERANDO que nos demos cuenta que
hemos descuidado nuestra vida espiritual y que nos hemos
apartado de Él. Nos hemos alejado
de su amor, hemos dejado nuestro primer amor. Pero el amor que
Dios nos va a devolver ya ha pasado por el fuego de la
tribulación y ha pasado por un arrepentimiento genuino,
va a ser aun más ferviente que el primer amor. Ese amor que Dios
va a restaurar será aun más ferviente, porque podremos
apreciar mejor su gracia y su compasión.
Si te sientes
perdido, sin encontrar una salida, mira la brújula, la
Palabra inmutable de Dios, no permitas que te controle
el pánico, pues el amanecer siempre vendrá. Cuando sopla el
viento frío del invierno, recuerda que la primavera está
por venir. Cuando no sabes
dónde estás, no dudes de que el Señor si sabe donde
estás y no ha perdido el control. El padre vio al
hijo de lejos y tuvo compasión. Cuando los
discípulos se encontraron en una tormenta, de noche y en
alta mar, el Señor les vio desde lejos y vino a ellos
andando sobre el agua. Él les vio aunque
ellos no le vieron. Y nosotros,
aunque no veamos a Dios, Él nos ve a nosotros. Dios esta bajando
para socorrernos. Descansa en el
amor de Dios y en su promesa que no te dejará
huérfano.
Si has perdido tu
camino, cuando determines volver a tu Padre, la estrella
te iluminará el camino a casa. Si has perdido la
moneda que forma parte de tu Traje de Boda, no te
detengas hasta encontrarla. Si el ladrón te
ha robado algo precioso, puedes recobrarlo, si persigues
sin desmayar.
¿Qué has perdido
desde que comenzaste tu peregrinaje? ¿Has perdido tu
camino? ¿Has perdido esa
comunión intima con el Señor? ¿Has perdido tu
primer amor? ¿Has perdido tu
pureza? ¿Has perdido la
pasión por las almas? ¿Has perdido un
miembro de la familia? ¿Has perdido la
visión celestial y la bendita esperanza? ¿Has endurecido
tu corazón, tu conciencia que antes te indicaba la
diferencia entre lo puro y lo vil? Dios nos espera
como el Padre del hijo pródigo. Volvamos a Él sin
excusas ni reclamaciones.
“Padre eterno,
queremos acercarnos a ti en el nombre y por los meritos
de Cristo. Queremos sentir
de nuevo tu abrazo, tu beso y que tú nos restaures.
Sabemos que
tú estás buscando al que se había perdido, esa mujer,
ese hombre, ese joven, tú le estás buscando por tu
Palabra. Extiende tu mano,
Señor, hacia él; abrázale, Señor, cúbrele con tu manto
de justicia; límpialo, Señor de toda la porquería del
mundo. Señor, para
nosotros que nos hemos enfriado, pedimos que nos vuelvas
a calentar el corazón, porque lo pedimos en el nombre de
Jesucristo, tu hijo y nuestro
Señor.”
Un abrazo
paternal,
Daniel |